Hoy en día hasta un vicio hay que pagar
Desde hacía varios
años la economía mexicana se ha visto ensombrecida por los altibajos que
impactan de manera directa en el bolsillo de la sociedad sin embargo, de todos
estos incrementos ¿hay alguno qué nos de un beneficio?
Para el gobierno
existen dos clases de ingresos: los ingresos tributarios y los no tributarios, en
los llamados ingresos tributarios de la federación existen impuestos especiales sobre producción y servicio (IEPS); un impuesto que a veces es poco estudiado y
mucho menos conocido que otros como el ISR, IVA, IETU, etc.
El IEPS es un impuesto
como su nombre lo indica “impuesto especial” y lo pagan personas físicas y morales
por: enajenación importación, prestación de determinados bienes y servicios.
Vender en territorio nacional un bien establecido en la ley: bebidas
alcohólicas, gasolina, diesel, minerales. Comisión mediación servicio de
telecomunicaciones y conexos.
Este impuesto siempre
ha causado mucha controversia; desde sus inicios cuando este salió a la luz
pública y entró formalmente en vigor, el gobierno ha querido hacer una “mejor”
distribución de la riqueza, sin embargo, no dejemos de entender que a los
únicos que afecta es a nosotros como consumidores, porque al igual que con el
I.V.A. las empresas no resienten el incremento de su tasa en sus utilidades;
dejándonos entonces a nosotros con esos cargos y pérdidas en nuestro bolsillo.
Además debemos tomar
en cuenta que este impuesto como tal ha sido abatido y rechazado en muchas
ocasiones por los consumidores, ya que el aumento en precio de producciones
como la cerveza, cigarros y alcohol en general es excesivo desde la perspectiva
de su economía.
Dejándonos claro así, que el alza de tasa de productos que para el gobierno son bienes/productos con
externalidad negativa y/o que causan un perjuicio social o su consumo no
deseado como lo son el alcohol y el tabaco. No es más que un maquillaje bien
ilustrado que el gobierno matiza con la finalidad de incrementar el presupuesto
de ingresos de sus bolsillos.
No conforme con este
engaño, algo que el pueblo desconoce es que durará un buen rato más. Uno como
persona física diario sacrificara un poco más de tiempo que la ley exige para
trabajar, tiempo que podría dedicar a la familia o a si mismo para ganar un poco
más no porque le falte, sino porque de su salario neto más de un 35% se va en
impuestos.
Pero ¿esta será la
peor mentira? Claro que no, sólo basta remontarnos a 1968, cuando el presidente
Díaz Ordaz tuvo la idea de implementar el impuesto sobre la tenencia del
automóvil para costear las olimpiadas de dicho año; sin embargo, lo peor es que
40 años después de las mismas ese impuesto nunca desapareció con el pretexto de
que se destinara a otros fondos.
Esa es la mayor
mentira, La mayor característica de un impuesto, pues llamarse como se llame,
solamente es un pretexto para incrementar esa “distribución” de la riqueza de
la que tanto presume el gobierno.
Si bien tuvo que pasar
tiempo para que el pueblo aceptara o se conformara tenían que volver a
alimentar ese sentimiento de inconformidad con la Reforma Hacendaria pues, es
un multiplicador disfrazado de ley. ¿O no lo han pensado así? A los impuestos
que ya estaban se les aumentó con la reforma
los que no existían aparecieron “para combatir la obesidad”.
Por ende, el IEPS
constituye una distorsión física y un costo social porque equivale a una tasa
impositiva del 19.5% porque al IVA de 16% se aplica el precio neto adicional
del IEPS del 3% a los servicios. Dejándonos entonces
lúcidos de que como consumidores tenemos un papel de doble cara pues nos
negamos y quejamos de estas anomalías y las pagamos y así sin más ni menos,
dejamos que la economía de nuestra vida dependa de una idiosincrasia vacía y sin
futuro, porque al final así como el IEPS afecta en los bolsillos de los
ciudadanos porque debemos pagar un poco más en las cosas que nos gustan.
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